Historia del Monasterio de Piedra

A tan solo una hora y cuarto de la capital aragonesa y a tan solo 200 km. de Madrid, se encuentra uno de los parajes más bellos de Aragón. Situado en una zona de caídas de agua del río Piedra, el Monasterio de Piedra está formado por un conjunto histórico rodeado de una muralla medieval del que todavía queda la Torre del Homenaje. Dentro de la muralla se puede encontrar un Monasterio Cisterciense del siglo XIII rodeado de un precioso Parque Jardín Histórico donde disfrutar de un espectáculo de cascadas y una interesante variedad de flora. Tanto su historia como riqueza natural hacen de este enclave uno de los lugares históricos más bonitos de España y Europa.

Este maravilloso lugar tiene su origen en el siglo XII, cuando Alfonso II de Aragón, junto con su esposa Sancha de Castilla, donan a los monjes de Poblet el castillo de Piedra con el fin de crear allí un monasterio cisterciense en la época en la que este tipo de monasterios comenzaron a expandirse por la península.

La construcción del Monasterio se hace durante la transición del Románico al Gótico, dando como resultado el Gótico Cisterciense, con un tipo sobrio de arquitectura, además de ser sencilla y muy luminosa. En el quinto mes del año 1195, el rey Alfonso II donó el monasterio de forma oficial a los monjes cistercienses dándoles dominio y jurisdicción sobre los territorios pertenecientes al Monasterio.

Tras varios enclaves iniciales, los monjes cistercienses se establecieron en la orilla izquierda del río Piedra en un monasterio provisional, construido en madera y adobe; poco después, el Monasterio de Piedra Nueva fue la definitiva ubicación de la Abadía, que empezó a construirse en 1203.

Actualmente, la iglesia del Monasterio está en ruinas debido al abandono que sufrieron los edificios en el siglo XIX después de la Desamortización. El Monasterio de Piedra sufrió tres procesos de desamortización, el primero durante la guerra de la Independencia, en la que un decreto de José I, de 1808, supuso la supresión de esta comunidad. Terminada la guerra, en 1814, el Rey Fernando VII permitió a los monjes supervivientes recomponer la comunidad, pero pocos años después, en 1820, el monasterio volvió a ser suprimido. Tres años más tarde, en 1823, la comunidad volvió a establecerse con la entrada de los 100.000 hijos de San Luis, aunque en 1835, la reina María Cristina, admitió el decreto de disolución de órdenes masculinas y desamortización de bienes de la iglesia para poder obtener recursos para financiar al ejército liberal que apoyaban a su hija Isabel II durante la I Guerra Carlista. Finalmente, el decreto de Mendizábal de 1835 significó el fin definitivo de la comunidad del Monasterio de Piedra.

En 1844 Juan Federico Muntadas adquirió Piedra, convirtió la huerta en un jardín paisajista y las dependencias del monasterio en una instalación hostelera. También creo una de las primeras piscifactorías de España, que todavía se puede visitar en el Parque. Hasta el día de hoy, Piedra sigue siendo un destino turístico de primer orden en nuestro país.

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