A la vera y en Vera del Moncayo se encuentra el maravilloso Monasterio de Veruela. El que fuera hogar del genial narrador y poeta madrileño Gustavo Adolfo Bécquer, durante siete meses entre 1863 y 1864, es hoy uno de los lugares turísticos más importantes de esta zona de Aragón, correspondiente a la Comarca de Tarazona y el Moncayo. El cenobio, muy bien conservado, mantiene aún esa calma, paz y tranquilidad que llevaron al escritor a alojarse allí y dar luz a una de sus obras más importantes, Cartas desde mi celda.
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Pasado, presente y futuro del Monasterio de Veruela
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De rotundo estilo cisterciense, el Monasterio de Veruela vio terminadas sus obras en 1248. La iglesia está compuesta por tres naves y un ábside. En derredor del claustro está el monasterio, con arcos apuntados y una planta superior de estilo plateresco. Como decíamos antes, un remanso de reposo, quietud y placidez.
Tras vivir una multitud de transformaciones, el cenobio fue desamortizado en 1835. Pasaron más de 40 años hasta que sus nuevos moradores, la Compañía de Jesús, cruzó sus puertas para mantener saludable el emplazamiento hasta 1975. Fue en esta época cuando Bécquer decidió buscar la inspiración entre sus paredes.
En la actualidad, el Monasterio de Veruela es propiedad de la Diputación de Zaragoza (DPZ) que, tras encargarse de su cuidado a partir de 1976, decidió adquirirlo definitivamente en 1998.
Se pueden visitar gran parte de las estancias del monasterio. La DPZ organiza visitas guiadas los lunes, miércoles, jueves y viernes entre las 12:00 y las 17:30 horas. Sábados, domingos y festivos se pueden realizar estos paseos a las 11:30 horas, 12:30, 16.00 y 18:00.
La Sala Capitular, el Claustro, las galerías, el interior de la iglesia con sus tres naves, el Scriptorium, los jardines y todo lo que rodea a esta magnífica construcción son lugares dignos de ver. Además, a la entrada se puede disfrutar con la historia del monasterio y del poeta madrileño allí afincado en el llamado “Espacio Bécquer”.
Si decidís ir al Moncayo, el Monasterio de Veruela debe ser una visita inexcusable. La merece por sí mismo, y también por el excepcional entorno geográfico que lo envuelve. Si os gusta el campo y andar, no os aburriréis en la Comarca de Tarazona y el Moncayo.
