La despoblación es un grave problema que tiene la Comunidad Autónoma de Aragón. A lo largo de todo el territorio abundan pequeñas poblaciones que están en latente riesgo de quedarse vacías. Las personas mayores se van yendo (es ley de vida) y sus hijos y nietos no tienen el más mínimo interés en volver al pueblo. O se toman medidas o el único fin posible será la despoblación. El fin del pueblo. A la historia pasarán todos los que, alguna vez, pisaron sus calles. Es el caso de Aguaviva en Teruel.
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Aguaviva se encuentra al noreste de Teruel, a 133 kilómetros de la capital. Su extensión es de 42 kilómetros cuadrados, corresponde al término municipal de Alcañiz y forma parte de la Comarca del Bajo Aragón.
Aguaviva pide inmigración
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Hace ya algunos años, al alcalde de Aguaviva, Luis Brico Manzanares, a la sazón presidente de la Asociación Española de Municipios contra la Despoblación se le ocurrió una idea que, posteriormente, ha sido copiada por otros municipios que también están en evidente riesgo de despoblación. Atrajo inmigración, sobre todo de Rumanía y Sudamérica, para así poblar el pueblo de nuevo. Con la promesa de un contrato de trabajo y un hogar muchos extranjeros aterrizaron en esta pequeña localidad turolense de la que, seguro, nunca habían oído hablar.
El desembarco comenzó en el año 2000 e incluso dio pie al documental Aguaviva, de Ariadna Pujol.
Al principio todo fue bonito. La idea del alcalde se recibió con alegría. El colegio volvía a tener actividad y las calles de Aguaviva recuperaron su vida. Pero no es oro todo lo que reluce. Pasados los años, los habitantes originales de Aguaviva comenzaron a quejarse porque nadie les preguntó si les parecía bien la llegada de estas personas extranjeras. Las 598 personas que vivían en el pueblo con anterioridad temían que sus costumbres se disiparan con la presencia de los nuevos vecinos.
Tampoco fue un camino de rosas para los recién llegados. Las imágenes del primer mundo no son las que salen en las televisiones oficiales. En Aguaviva descubrieron que España, en ocasiones, dista mucho de ser un lugar moderno y con oportunidades.
Estamos en 2014 y Aguaviva ha salvado el match ball. Con más o menos alegría la vida en el pueblo sigue adelante. Son, según el censo de 2013, 654 las personas que conviven en esta pequeña localidad turolense que vio muy cerca la opción de la desaparición.
Agradecemos las imágenes a aguaviva.es
